El carnaval es una de las expresiones populares más antiguas, y según el contexto histórico político del país su celebración fue tomando distintas formas: fue la fiesta de los sectores plebeyos en el siglo XIX, y en la primera mitad del siglo XX, se caracterizó por ser una semana de bailes, orquestas, comparsas, disfraces y máscaras en las calles, cines y clubes de todo el país.
En los años de la dictadura cívico-militar, las diversas expresiones del carnaval fueron prohibidas y perseguidas por el terrorismo de Estado. Pese a la violencia y censura estatal de esos años, los carnavales resistieron. Será con la recuperación de la democracia, en 1983, que los carnavales, los/as murgueros/as y los cuerpos recuperaron la libertad para poder expresarse y exponer de diversas formas su mirada crítica sobre la realidad.
En la actualidad los carnavales se celebran en distintas regiones y ciudades de Argentina. Las calles y clubes de los barrios se transforman en lugares de encuentro, fiesta y baile. Bombos, platillos y redoblantes. Zurdos, tambores, sikus y trompetas suenan y le dan ritmo a la celebración. Espuma, harina y papel picado…Recitados y canciones denuncian con humor la actualidad.
No hay un sólo Carnaval en Argentina, sino muchos.
Cada una de las regiones del país lo celebra de diferentes maneras: los hay masivos con carrozas, espectáculos de percusión y comparsas que desfilan por un corsódromo; están los barriales de murgas, cabezudos, estandartes y escenarios en calles, clubes y plazas; y también aquellos en los que las comparsas recorren casas y calles, donde se encuentran y mezclan el público y los artistas en una celebración popular.
Celebramos esa diversidad con propuestas en distintos puntos del país.